LA VIOLENCIA EN COLOMBIA
Violencia en Colombia. Una historia para reflexionar
«La verdad es la
acción de eliminar engaños» (Erich Fromm) En Colombia, la situación es tan
grave, que la realidad supera cualquier ficción. Llegar hasta este punto no ha
sido gratuito, ni caprichoso. Se gestaron una cantidad de circunstancias, en
las que las causas y los efectos se han mezclado como un remolino sin fin.
Desde la conquista
de América se han vivido varias épocas de violencia. La conquista misma ha sido
una de ellas, seguida por la Inquisición, las rebeliones de esclavos y la lucha
por la Independencia.
Esta continuó en
los tiempos de la República con “La guerra de los mil días” y luego con la
denominada “Época de la violencia”, desatada en 1.948 tras el asesinato del
candidato presidencial Jorge Eliécer Gaitán, la cual se suponía, acabo en el
“Frente Nacional” en 1.958.
Durante esta época,
la guerra fue particularmente cruel y sangrienta. Fue una guerra civil, en la
que se enfrentaron los partidos políticos oficialistas Liberal y Conservador;
los primeros, partidarios del candidato presidencial asesinado y los últimos,
miembros del partido gobernante.
Esta confrontación
se caracterizó por la realización de masacres, emboscadas, linchamientos y
asesinatos selectivos.
No hubo familia en
la que no se hablara de como alguno de sus miembros, vecinos o conocidos fuera
asesinado, descuartizado, mutilado o despellejado estando vivo.
Como es de
suponerse, el rencor y el odio engendrados con estos actos, no fueron borrados
por los acuerdos de paz.
Nunca hubo un
juicio por crímenes de guerra.
Muchos de los líderes
de estas operaciones de exterminio se convirtieron en los pilares de una nueva
sociedad, pues también se apropiaron de los bienes de sus víctimas, creándose
una nueva oligarquía de posguerra, principalmente en los pueblos y provincias
donde se constituyeron como los nuevos terratenientes, mientras otros asumieron
cargos como alcaldes, gobernadores, jueces, notarios, etc.
Lo que hizo el “Frente
Nacional” entre 1.958 y 1.974 fue alternar el poder cada cuatro años entre
los dos partidos políticos oficialistas, quedando la democracia reducida a la
elección directa del presidente entre una baraja de candidatos del mismo
partido en turno.
A los gobernadores
los nombraba el presidente y estos a su vez nombraban a los alcaldes, estos a
los jueces, notarios, etc.
Colombia fue un
país, donde el genocidio, no solo, no se castigó, si no que se
premió.
Estas injusticias
hicieron que un sector de los alzados en armas del partido liberal no formaran
parte de los acuerdos de paz, convirtiéndose en una tercera fuerza disidente liderada
por Guadalupe Salcedo, quien después de muchas negociaciones y promesas, aceptó
desarmarse junto a sus treinta mil hombres, para luego ser asesinado en la
capital con sus compañeros más cercanos, en un acto del que se culpó a la
alianza Liberal-Conservadora montada en el gobierno.
Por ese entonces
surgió un pequeño grupo de campesinos que se unieron para luchar por la
recuperación de sus tierras, una reforma agraria, la defensa y el
reconocimiento de sus derechos y el desarrollo del campo, constituyéndose como
unas autodefensas campesinas, lideradas desde ese entonces por el hoy
guerrillero más antiguo del planeta: “Tirofijo”.
Su vacío ideológico
fue fácilmente llenado a través de un largo proceso por las ideas Comunistas,
aportadas por intelectuales, estudiantes y sindicalistas, convirtiéndose en lo
que hoy son las “Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia” (FARC)».
Estas
circunstancias se dieron a la sombra de “La guerra fría”, en la que los
sucesivos gobiernos y el ejército han co-gobernado a través de la figura del “Estado
de Sitio”, hoy llamada “
Conmoción Interior” (con algunas
limitaciones desde la constitución de 1.991), alejando la posibilidad de un
Golpe de Estado, aun en los momentos más críticos, al compartir el poder
soterradamente, adjudicando el monopolio de la administración de justicia en el
orden público al fuero militar, la que se fortaleció al amparo del
proteccionismo del gobierno de los Estados Unidos, dentro de su doctrina
Anticomunista, estimulada entre otras por la “Escuela de las Américas”.
Las injusticias
sociales y la falta de una verdadera democracia representativa, permitió que
surgiesen nuevos y diferentes movimientos políticos clandestinos y otros grupos
guerrilleros, quienes alentados por el triunfo de la revolución Cubana, vieron
como única alternativa de éxito, la insurrección armada.
Los grupos
guerrilleros no fueron ajenos a los enfrentamientos coyunturales que se dieron
en el ámbito mundial, convirtiéndose en fieles reflejos de estos.
El Ejército
Popular de Liberación (EPL) contó con el respaldo de China,
El Ejército de Liberación Nacional (ELN) con el de
Cuba, Las FARC con el de la Unión Soviética, etc.
Enfrentándose a
veces entre ellos mismos, con algunos periodos de tregua y otros de alianzas,
al mismo tiempo que se enfrentaban contra el gobierno y sus fuerzas militares.
A pesar de que la
lucha por el respeto a los derechos humanos ha sido una de sus banderas más
preciadas dentro de la llamada “Moral Revolucionaria”, se cometieron muchas
acciones denominadas “ajusticiamientos” de sus desertores, de los
informantes (muchas veces supuestos, por delirios de guerra o por purgas
políticas internas, etc.) así como también de los agentes del orden público,
responsables de causar la muerte o captura de sus compañeros de lucha.
Por su parte,
algunos miembros de la fuerza pública recurrieron a la tortura, la violación,
el homicidio y la desaparición de algunos elementos capturados, algunos
espontáneamente y otros participando de las políticas anticomunistas nacionales
y continentales, llegando a formar parte entre otros del “Plan Cóndor”,
etc.
Recibiendo el
auxilio de militares y torturadores Argentinos y Chilenos dentro del territorio
nacional, contribuyéndose a la corrupción de la lucha contrainsurgente.
Todo esto ayudó a
generar entre los bandos en conflicto un mutuo desgaste en la “moral” de la
guerra, potenciándose la rebeldía y la crueldad de las acciones, desatando una
guerra sucia, la cual ha llegado hasta los niveles hoy vistos.
Durante el gobierno
del presidente Belisario Betancourt se inició un proceso de paz con las FARC,
del cual surgió el movimiento político “Unión Patriótica” (U.P.) como un
intento de desmovilización de la guerrilla para la participación en los
procesos electorales, reclutando nuevos militantes y simpatizantes, muchos de
los cuales no eran guerrilleros y quienes a pesar de la ruptura de las
negociaciones intentaron convertirse en una opción política diferente, siendo
asesinados casi en su totalidad por algunos miembros de los organismos de
seguridad, por grupos de sicarios al servicio del narcotraficante Gonzalo
Rodríguez Gacha y de los jefes paramilitares Fidel y Carlos Castaño, enterrando
físicamente a este Partido.
En Colombia, a
pesar de los nexos de los guerrilleros con algunos grupos terroristas
internacionales, el uso del terrorismo estuvo descartado hasta que fue
estrenado en los años 80’s por algunas acciones aisladas del M-19,
el cual fue predominantemente un grupo de guerrilla urbana con una gran
influencia “Tupamará” y “Montonera”, fundado por Jaime Bateman Cayón y
conformado por algunos disidentes de los otros grupos y de algunos
ex-integrantes de la ANAPO, un partido político divergente de los
tradicionales, fundado por el ex-dictador militar Gustavo Rojas Pinilla, quien
gobernó durante parte de la “época de la violencia” siendo muy apreciado por el
pueblo, y quien fuera derrotado en una segura victoria electoral por un probable
fraude al final del “Frente Nacional”.
El M-19 se
caracterizó por tener una estructura más democrática que las demás
organizaciones guerrilleras, con un perfil más nacionalista y populista, con
una gran audacia en su accionar. Usó por primera vez los “carros bomba” contra
objetivos infraestructurales durante los procesos electorales y en algunos
casos recurrió al atentado directo contra algunos funcionarios del gobierno.
Por los duros
golpes sufridos en las ciudades, se convirtió en una guerrilla
predominantemente rural y después de un proceso de paz consolidado durante el
gobierno de Virgilio Barco, se convirtió en el partido político “Alianza
Democrática” siendo un elemento muy determinante en la redacción de la nueva
Constitución Política de 1.991.
Perdió la
posibilidad de ganar las elecciones presidenciales de 1.990 al ser asesinado su
candidato presidencial Carlos Pizarro, su último comandante, quien según las
encuestas era el seguro ganador.
Carlos Castaño, comandante de las
anticomunistas “Autodefensas Unidas de Colombia” (AUC), asumió su
responsabilidad por el asesinato de Pizarro años más tarde.
Otros candidatos
presidenciales asesinados en Colombia fueron Luis Carlos Galán (Liberal)
y Jaime Pardo Leal (de la Unión Patriótica), supuestamente por
orden de Pablo Escobar y Gonzalo Rodríguez Gacha, respectivamente;
Álvaro Gómez
Hurtado (Conservador), supuestamente por un convenio entre algunos
miembros del Ejército, del Gobierno y de algunos Narcotraficantes; Bernardo
Jaramillo (de la UP), supuestamente por orden de Fidel Castaño.
Durante esta época,
el terrorismo fue literalmente explotado hasta su máxima expresión por Pablo
Escobar, quien gracias a él obtuvo algunas victorias contra el Estado,
mostrándole con ello un nuevo camino a los grupos insurgentes, quienes hoy
hacen uso de él, como una de sus principales estrategias de guerra.
La relación
guerrilla-narcotráfico también tuvo un largo proceso de gestación.
Los primeros
narcotraficantes Colombianos de importancia fueron los Guajiros, quienes se
destacaron por su infraestructura marítima en la importación de mercancías de
contrabando, a la que luego le sumaron la exportación de marihuana, con la cual
obtuvieron un enorme poder económico, sentando las bases de una de las técnicas
de lavado de activos más efectivas aun hoy muy utilizada.
Mientras tanto,
Colombia, se convirtió en un punto de tránsito para el flujo de la cocaína
entre Bolivia y los Estados Unidos, a la que se le adhirieron nuevos
traficantes Colombianos, quienes pronto se convirtieron en los lideres de
nuevos “Carteles” más poderosos, disputándole la supremacía a los
guajiros, aun en los territorios por ellos controlados, tales como Cartagena,
Barranquilla y Santa Marta; llegando incluso a desplazarlos fuera de ellos con
algunas excepciones.
Estos
narcotraficantes inicialmente se dedicaron a establecer pistas clandestinas en
los lugares más remotos posibles, donde inicialmente recargaban de combustible
a los aviones en tránsito.
En la misma medida
en que fue creciendo el negocio, establecieron laboratorios para procesar la
pasta de coca en cocaína y así poder tener un mejor control en su calidad y en
su homogeneidad, convirtiéndolos luego en centros de acopio, una vez que
implementaron el cultivo de la materia prima. Con esto se abrió “la caja de
Pandora”, pasando Colombia de ser un puente, a un procesador y luego a un país
productor de Cocaína y años más tarde, de heroína.
La gran mayoría de
campesinos Colombianos, no han tenido tierra, ni acceso a los centros de salud,
ni de educación, ni de transporte para sus insumos y productos. Durante
décadas, los que no trabajan en tierra ajena como jornaleros en condiciones
verdaderamente miserables, se internan en las selvas como colonos estableciendo
“Chagras”.
Para ellos fue muy
fácil sembrar algo que no conocían y aun sabiéndolo, tampoco tenían más
alternativa, pues los narcotraficantes les llevaban hasta la puerta de sus
ranchos los insumos necesarios y así mismo recogían sus cosechas, las cuales
les generaban más ingresos que los cultivos tradicionales, a pesar de ser
infamemente explotados, al percibir una ganancia irrisoria en relación con las
generadas por el trafico de sus derivados.
Al igual que las
“mulas” (personas que se prestan para transportar narcóticos en sus cuerpos o
en sus equipajes) se les ha perseguido y castigado con penas que triplican la
mayoría de las que han recibido los grandes “capos”, quienes no solamente han
percibido millones de dólares por su negocio, sino que además han sido los
autores intelectuales y materiales del homicidio de miles de personas, los
cuales han quedado en su gran mayoría en la impunidad.
Como la prioridad
para la guerrilla era la defensa y el desarrollo del campesinado, no actuó
contra los narcotraficantes, al considerar que estos estaban beneficiando de
alguna manera a los campesinos.
Para esa época, los
narcotraficantes que enviaban sus aviones cargados con Cocaína y los regresaban
vacíos, descubrieron que el negocio seria el doble si los traían cargados con
armas, le vendían estas a la guerrilla o con ellas les pagaban por su
protección.
Ante estas
circunstancias, surgió en algunos sectores de la izquierda Colombiana, la idea
de que el narcotráfico podría ser una fenomenal arma “anti-imperialista”, capaz
de enfrentar al arrogante poderío Norteamericano, con un equivalente, a la
inversa, de la “Guerra del Opio”, cumpliendo con los axiomas de que “el
enemigo de su enemigo podía ser su amigo” y de que “el fin justifica los medios”.
Nunca se les
ocurrió pensar que esta sería la mejor puerta de entrada para el
intervensionismo internacional, con justificadas razones y con las actuales
consecuencias.
Los
narcotraficantes eran muy ostentosos y pronto se convirtieron en las nuevas
víctimas de la extorsión y del secuestro por parte de la delincuencia común y
por algunos sectores de los grupos guerrilleros, quienes no tenían un criterio
unificado respecto a estos, llamando también la atención de las fuerzas
policiales de los países involucrados, por lo que pronto estuvieron acosados en
medio de varios fuegos.
Con el poder
económico adquirido se podían dar el lujo de comprar el amparo de algunos
políticos y agentes del orden, el de algunas células de los grupos subversivos
o el de ambos al mismo tiempo, corrompiendo desde ese entonces las bases mismas
del Estado como las de la revolución.
Con el crecimiento
de los conflictos y el poder de los narcotraficantes, muchos de los cuales eran
o terminaron siendo anticomunistas, prefirieron crear sus propios ejércitos
particulares de guardaespaldas, quienes en la mayoría de los casos tuvieron muy
buenas relaciones con algunos cuerpos policíacos y militares, operando
conjuntamente en algunas acciones anti-extorsión y anti-secuestro, donde los organismos
policiales hacían el trabajo investigativo y los pistoleros actuaban como
verdugos.
Entre estos grupos
se destacó el “MAS” (Muerte A Secuestradores), surgido a partir del secuestro
de Marta Nieves Ochoa por parte del M-19, la cual fue liberada después de mucha
presión, tras la muerte de por lo menos unas trescientas personas y una
negociación en la que intermedió hasta el gobierno Cubano.
Este grupo siguió
actuando un tiempo después, aniquilando a todo lo que les pareciera “rojo”, sin
importar si realmente tenían una vinculación guerrillera o no, para luego
desaparecer sin que se haya procesado a nadie por estos hechos.
Con este tipo de
campañas, sus patrocinadores se granjearon la simpatía de algunos sectores del
“Establecimiento” nacional y foráneo, creyendo que con esto comprarían la
benevolencia de la justicia Colombiana y Norteamericana en el caso de que algún
día fuesen procesados.
Antes del
narcotráfico, la guerrilla usaba otros recursos de financiamiento
suficientemente efectivos, entre los que se contaron donaciones voluntarias,
asaltos bancarios y comerciales, la extorsión y el secuestro.
Con este ultimo
llegaron a tener tan alto grado de rentabilidad, que hicieron de él una
industria, olvidando que esa es una de las formas más infames de violación de
los derechos humanos.
Al interior de sus
filas se justificaban con el argumento de que si el sistema tiene cárceles para
sus compañeros, ellos tienen “cárceles del pueblo” para los oligarcas, de las
que podrían salir pagando una “multa” por su libertad.
El dinero obtenido
se invertiría en la revolución, en el sostenimiento de sus combatientes, la
adquisición de pertrechos y la financiación de nuevos operativos.
Ante el exagerado
incremento de los secuestros, la forma inhumana en que han tenido a los
secuestrados, el asesinato de muchos de estos, aun a pesar de haber recibido el
pago por su liberación, hizo que se conformaran nuevos grupos de autodefensas,
encontrando la justificación para constituirse en verdaderos ejércitos como lo
son ahora las “Autodefensas Unidas de Colombia” (AUC), conocidos como los
“paramilitares”, con miles de hombres entre sus filas, entrenados por algunos
militares Colombianos y mercenarios Israelíes, Británicos, Norteamericanos e
incluso Rusos; siendo apoyados por algunos miembros de los batallones del
ejército y alimentando sus filas con soldados y oficiales retirados, como
también con ex-guerrilleros, delincuentes comunes, etc.
Creciendo a tal
punto, que se convirtieron en una nueva fuerza desestabilizadora del Estado,
pues no solamente se dedicaron a combatir a la guerrilla en su propio terreno,
sino que además, adoptaron las masacres de trabajadores, indígenas y
campesinos, como un arma de disuasión política, utilizando a los medios de
comunicación para difundirlo espectacularmente, como parte de la “guerra
psicológica”, suicidándose moralmente como alternativa para enfrentar los
excesos de la guerrilla.
Muchos integrantes
de estos grupos han llegado a cometer los mismos abusos que buscaban combatir
en la guerrilla, como son el narcotráfico, la extorsión y el secuestro, además
de dedicarse a la realización de homicidios selectivos de periodistas,
candidatos presidenciales, activistas de los derechos humanos, políticos,
religiosos, etc.
Llegando a producir
una capacidad de desestabilización tan grave como la guerrilla misma, en una
tercera parte del tiempo de su existencia y lo que es peor, se han convertido
en un verdadero obstáculo para una salida negociada al conflicto, incrementando
la intensidad y el salvajismo de este.
Todas estas
circunstancias han hecho que en Colombia se pierda el derecho a ser comunista,
socialista, liberal, conservador, o de cualquier otra ideología, pues se corre
el riesgo de ser automáticamente señalado de subversivo o paramilitar;
olvidándose que una cosa es la expresión democrática de las ideas en un Estado
de Derecho y otra es el promover el uso de la violencia, para imponer a estas.
Defender los
principios políticos, promover la paz o la protección de los derechos humanos,
puede significar la muerte.
Prácticamente todos
los derechos contemplados en la carta de las Naciones Unidas han sido violados,
siendo por demás aberrante el reclutamiento de hombres, mujeres y niños por
parte de los grupos armados, bajo la amenaza de muerte.
Práctica muy común
en las zonas rurales donde es más fuerte su presencia y en donde se exige a
cada hogar el aporte de uno o más de sus hijos para la guerra, convirtiendo
estas áreas en sus “Estados”, donde si no se está con ellos es como estar en
contra de ellos.
A esto se debe en
gran parte su velocidad de crecimiento y el soporte logístico por parte de la
población, quienes si no colaboran por convicción, resentimiento u oportunismo,
lo hacen por la protección de sus familiares, siendo esta otra forma de
secuestro.
No olvidemos además
que en Colombia el servicio militar es obligatorio. Si esta es una práctica
legal del Estado, es de esperarse que también lo considere así su enemigo.
Por esta razón no
es moralmente “festejable” el éxito en las operaciones de los aviones fantasmas
que con visores nocturnos e infrarrojos, con tecnología usada en la invasión de
Irak, matan de un solo bombazo a decenas de guerrilleros, como muy espectacularmente
lo han exhibido en los noticieros, como si las bombas pudieran diferenciar
entre quienes están obligados a combatir o no, entre quienes creen en sus
ideales o son manipulados etc.
Lo más grave de
estos bombardeos es que con ellos también se impacta a campesinos e indígenas,
sin contar además con la destrucción continuada de la biodiversidad.
Esto es tan
deleznable como los atentados terroristas de la guerrilla y los paramilitares,
quienes llegan a extremos tan infames, como el de masacrar a combatientes,
policías, militares y civiles en estado de indefensión, rematando muchas veces
a los heridos, asesinando a los capturados o secuestrándolos para confinarlos
en campos de concentración establecidos en la selva.
Ante estas
circunstancias, es muy preocupante el que se haya prohibido a la prensa cubrir
las áreas de confrontación sin autorización expresa de la Presidencia de la
República y de sus Altos Mandos Militares, pues, desde cualquier punto de vista
que se mire, el pueblo es el que más muertos está poniendo y la verdad ha sido
la primer víctima en ser sacrificada.
Otro factor que ha
permitido el exagerado incremento en la “criminalización” de la sociedad, es la
implacable persecución a las personas que cumplen funciones que, por su misma
naturaleza, son consideradas como baluartes de la moral y la salud pública,
como son los abogados, los médicos, los agentes del orden público y de
justicia, los socorristas, los periodistas, los sacerdotes y las religiosas de
las diferentes comunidades, quienes ejercen su oficio en los terrenos más
golpeados por los intereses del conflicto, convirtiéndose en verdaderos
mártires de sus causas, salvo algunas excepciones en los que se han lucrado de
alguna forma de este, han hecho apología de él, o han sido sus más fieles representantes.
Como si no fuera
suficiente con todas estas desgracias, nuestras relaciones en el plano
internacional se han envilecido, principalmente en nuestra relación con los
Estados Unidos, que sólo nos ven a través de la óptica de la guerra contra el
“narcoterrorismo”.
Por un lado, se han
confundido los intereses de algunos ciudadanos, de algunos empresarios, de
algunas instituciones, de algunas ONG’s y de algunos grupos ecologistas y
religiosos, etc. Con una “infiltración imperialista” de las políticas del
Departamento de Estado o como aliados de la subversión.
En muchas ocasiones
seguramente habrá sido así, gracias a la ineptitud del mismo Estado o al
servilismo de algunos de sus funcionarios, quienes, en su afán de lucrarse, han
favorecido estos intereses en detrimento de la nación.
Peor aún, ha sido
el que algunos agentes de los organismos de seguridad han exagerado, maquillado
o hasta inventado casos, con el fin de promoverse en sus cargos, lograr
recompensas, bonificaciones o un reconocimiento público por sus acciones.
Otros incluso han
llegado a crear sus propias organizaciones de narcotráfico, secuestro y
sicariato o, se han asociado con estas, aprovechando su capacidad investigativa
para conocer los recursos de sus víctimas o han tomado fondos de programas
financiados internacionalmente como “El plan Colombia”, etc.
Para su propio
beneficio e, incluso, hay quienes realizan operativos exclusivamente para
lucrarse con los decomisos, la venta de estos o su devolución a cambio de una
remuneración.
Dándole un gran
desprestigio a las instituciones y generando confusión y desconfianza entre la
misma población, “justificando moralmente” para algunos su participación en
alguna de las formas del delito, por lo cual este ha terminado siendo otra
forma de “Subversión Social y Económica”.
Por el otro lado,
está la percepción por parte del gobierno de los Estados Unidos de que las
luchas internas que se han generado contra las diferentes formas de injusticia
social se pueden convertir en factores de riesgo para su propia seguridad
nacional, lo cual no necesariamente es así.
Sin embargo en esto
hay un alto grado de responsabilidad de los mismos grupos al margen de la ley,
quienes con sus acciones han golpeado a intereses, a instituciones y a
ciudadanos norteamericanos como también de otros países, provocado desconfianza
y posiciones defensivas, limitando la posibilidad de rectificación de muchas
políticas que han quedado obsoletas desde el fin de la guerra fría y que hoy se
han radicalizado con los atentados del 11 de septiembre.
No se puede
descartar que en el interior de la fuerza pública, los grupos armados, asesores
y proveedores de armas, etc. haya elementos con intereses creados a favor de
situaciones que promuevan el armamentismo, el intervensionismo y el terrorismo.
Como consecuencia
de esto, también se ha causado una gran pérdida de turistas e inversionistas
internacionales, además de dársenos un trato discriminatorio y a veces
aberrante, en nuestros viajes por el exterior, en la forma de presentar las
noticias, etc.
Hoy, al igual que
hace cincuenta años, no hay familia en la que no se hable de cómo uno de sus
miembros o conocidos ha sido asesinado, masacrado, torturado, descuartizado o
desaparecido.
Hoy también como
antes, sus bienes han sido arrebatados por la guerrilla, los paramilitares,
algunos agentes del Estado o los delincuentes comunes amparados en el terror
que genera el conflicto.
Es incalculable la
cantidad de empresas y negocios que han sido cerrados, la cantidad de
empresarios, inversionistas y capitales que han abandonado el país, haciendo
que hoy Colombia tenga aproximadamente el diez por ciento de su población
viviendo fuera del país; que casi tres millones de personas sean desplazadas dentro
del propio territorio nacional como consecuencia directa de la violencia; *que
veinticinco millones de personas, vivan con menos de dos dólares al día;
Que once millones
vivan con menos de un dólar al día; que tres millones no tengan empleo; que siete
millones estén subempleadas; que dos millones y medio de niños están
trabajando; que un millón de campesinos no tenga tierra; que el 1,1 por ciento
de los propietarios posea el 55 por ciento de la tierra en el país;
Que la gente de
altos ingresos gane 26,3 veces lo que ganan quienes devengan el salario mínimo
o menos; que el 75 por ciento de todo el crédito comercial está prestado a 2
mil empresas o personas naturales, a pesar de que existen más de un millón de
negocios informales, 12 mil fábricas formales, y 208.659 establecimientos
comerciales; que los ingresos saláriales se han reducido en una quinta parte en
los dos últimos años (*El Tiempo, Octubre 27 del 2002, “Colombia, un Estado
lamentable”).
Aunque parezca
increíble, el número de combatientes armados, no supera a más de 30.000
guerrilleros y unos 10.000 paramilitares.
Todo esto en un
País con cuarenta y dos millones de habitantes; con un territorio dos veces más
grande que España o Francia; con una geografía que varía desde el desierto,
hasta los picos y volcanes cubiertos con nieves perpetuas, pasando por todos
los climas, con montañas, selvas y llanuras; un país con costas en los océanos
Atlántico y Pacifico;
Autosuficiente en
recursos hidroeléctricos y petroleros; con una cantidad de recursos naturales y
humanos que podrían garantizar un desarrollo social y económico sostenible.
Independientemente
de que en el mundo seamos tratados como parias; de que ya prácticamente no
existe país donde no se nos exija visa con una infinidad de requisitos y de que
a pesar de estos, también se nos discrimine por nuestro origen, con lo cual
además se ha “elitizado” la posibilidad de la migración y el refugio en
contra-vía de los derechos contemplados en la carta de las Naciones Unidas;
Independientemente
de que el país tenga hombres y mujeres que se destacan en el ámbito mundial,
como el Dr. Rodolfo Llinás, miembro de la Academia de las Ciencias de Francia y
quien preside el Neurolab de la NASA; independientemente de que cuente con
escritores como el premio Nobel de literatura Gabriel García Márquez o Álvaro
Mutis; o que tenga pintores tan famosos como Fernando Botero; o un campeón de
Fórmula 1, como Juan Pablo Montoya; o una periodista estrella en CNN, como
Ángela Patricia Janiot; o cantantes ganadores de los premios MTV, y los Grammys
Latinos, como lo son Shakira, Juanes, Carlos Vives, Kike Santander;
Independientemente de que tengamos Cineastas laureados como John Leguízamo,
Jorge Ali Triana, Sergio Cabrera, Patricia Cardoso, etc.
Independientemente
de todo esto, es necesario proteger los derechos de todas las personas, sin
distinguir su condición social, política, religiosa o de género; es necesario
que los niños se formen en una cultura diferente a la del genocidio;
Es necesario
desarrollar una cultura de la paz; es necesario que el Estado pueda garantizar
el sano desarrollo legal, comercial, tecnológico, político, cultural y
religioso de todos sus pobladores, sin discriminación y sin que las armas y la
barbarie sean su mecanismo de expresión;
Es necesario que se
entienda que no todo activista político o gremial, independientemente de su
orientación, es un promotor de la violencia; es necesario que el mundo entienda
que la situación de Colombia no es exclusivamente de nuestra responsabilidad
absoluta; es necesario que se entienda que tanto los países productores y
consumidores de drogas y armas forman parte de la misma cadena de problemas y
soluciones;
Es necesario que
todos entendamos que en el mundo actual, no existen situaciones aisladas y que
estas puedan tener consecuencias globales en mayor o menor grado; es necesario
que entre todos desarrollemos la capacidad de producir soluciones a los
problemas surgidos en cualquier lugar del mundo, inclusive en Colombia, pues
este es el único mundo que tenemos y todos somos ciudadanos de él.
Así como los
Estados globalizan sus intereses, tienen que globalizar la búsqueda de
soluciones de forma democrática y respetuosa.
Existen muchas
alternativas para lograr esto, más allá que la exclusiva represión y
“unilateridad” de sus políticas.
Los Colombianos, al
igual que cualquier habitante del planeta, somos mucho más que una estadística
o un gran negocio para las agencias de noticias y los proveedores de armas.
ACTIVIDAD
1. Hacer
lectura del documento y representar en
esquemas la cronología de la violencia en
nuestro país.
2. Conteste las preguntas del 1-8 con base en la siguiente información
El período 1947-1957, conocido
genéricamente como la “Violencia”, no puede tomarse como un breve interregno1
en el que se rompieron los marcos jurídicos del país y por causas desconocidas
éste se precipitó a una guerra civil no declarada. La visión simplista de que
la sumatoria de los “odios heredados” fue la responsable del desangre, oculta
la otra realidad, la que expresa históricamente que la violencia ha hecho parte
de las costumbres políticas desde los orígenes mismos de la etapa republicana
de nuestra historia. A lo largo de todo el siglo XIX el país fue azotado por la
utilización de la violencia como método de gobierno o de oposición, así, es
claro que el período 47-57 no albergó un fenómeno inexplicable, por el contrario,
los elementos estructurales de violencia, los “odios heredados”, la pasión
partidista, el despojo de la tierra, la persecución religiosa, la división
política del país y la eliminación física del adversario político, renacieron
con mayor fuerza. (Editado de Alape, Arturo. La paz, la violencia: testigos de
excepción. Editorial Planeta, Bogotá, 1999. Quinta edición, pp., 19-23)
Interregno: es el espacio de tiempo en que un Estado
no tiene regente
1. De acuerdo con el texto anterior puede decirse que la “Violencia”
se generó a raíz del
A.
combate
entre gobernantes y opositores.
B.
florecimiento
de la guerra civil.
C.
conflictos
desatados por “odios heredados”.
D.
rompimiento
de los marcos jurídicos.
2.
Según el texto anterior, la “visión
simplista”, tendría como finalidad encubrir un factor determinante de la
“Violencia” como es el de
A.
los
partidos políticos.
B.
la
historia política.
C.
los
odios heredados.
D.
la
política republicana
3. En el texto anterior se dice que “el período 47-57 no albergó un
fenómeno inexplicable”, porque
A.
fue el fruto de
múltiples fenómenos políticos anteriores.
B.
los elementos
estructurales de violencia condujeron a él.
C.
la violencia
precedente había genera-do “odios heredados”.
D.
tuvo claros
antecedentes en las costumbres sociales.
4. Al decir que históricamente la violencia fue utilizada como
“método de gobierno o de oposición”, el autor muestra que las posiciones
políticas fueron legitimadas con
A. A. argumentos y votos.
B. B. armas y
guerras.
C. C. argumentos
y guerras.
D. D. armas y votos.
5. Según el texto, en el período 47-57 resulta claro que se produjo
un desangre en el país. Esto nos muestra que la “Violencia” más que a un
interregno se debió a
A. las relaciones políticas establecidas por los diferentes actores
del conflicto.
B. la indiferencia de la sociedad civil en relación con el conflicto
político.
C. la falta de acatamiento de las normas establecidas en el marco
jurídico.
D. las violaciones de los derechos humanos por parte de los actores
involucrados.
6. Según el texto, una interpretación de la “Violencia” señala que
ésta tuvo entre sus principales actores a los partidos políticos. Esto quiere
decir que la responsabilidad de los sucedido durante este período recae sobre
la
A. A. clase obrera.
B. B. clase popular.
C. C. clase media.
D. D. clase dirigente.
7.
Según el texto,
un motivo de la “Violencia”, distinto al político pero tan importante o más que
éste fue lo
A.
religioso, pues
el trasfondo del conflicto fueron las creencias.
B.
cultural, pues el
carácter colombiano es típicamente agresivo.
C.
económico, pues
el dominio de la riqueza garantiza el poder.
D.
militar, pues el
ejército buscó posicionarse en el gobierno.
8.
Según el texto,
la “Violencia” marca un hito en la historia de Colombia, porque
A.
fue una época en
la cual todo el país se cubrió de opositores.
B.
durante este
período los partidos mostraron su idiosincrasia.
C.
esa etapa
determinó el futuro social del país.
D.
en ese tiempo la
política primó sobre el bien común.
VÍDEOS DE APOYO
Comentarios
Publicar un comentario